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Empieza otra semana y una muy especial para mi porque comienzo un nuevo proyecto que lleva por nombre #2412.

Hace mucho tiempo le estoy dando vueltas a la idea de enseñar o de exponer a mi hijo a actividades diferentes a las que realiza habitualmente un niño de 7 años. El plan inicial era que pudiésemos compartir tiempo de calidad en contextos diferentes, luego que entendiera mi trabajo y le diera valor al esfuerzo que hacemos los padres por cubrir sus necesidades, que tomara consciencia del valor de las cosas que disfruta y finalmente, incentivarlo a trabajar duro por aquello que quiere conseguir.

Antes de plantearlo de esta forma, ya había buscado opciones para que hiciera actividades distintas como oratoria, mindfulness y manejo de habilidades blandas para que pudiera reconocer sus emociones y gestionarlas de la mejor forma posible. En uno de los sitios que visité me explicaron que cada vez más, los padres se preocupan por enseñar a sus hijos a manejar sobre todo la frustración. Eso me hizo pensar que no estaba muy perdida y en realidad por mi experiencia, he podido comprobar que una parte importante del éxito o fracaso de un proyecto, independientemente del sector profesional al que pertenezca, tiene que ver con la gestión emocional de aquellos que lo llevan a cabo.

En una reunión de trabajo, hablando con una compañera me explicó que ella y su hija pintaban camisetas para vender y en ese momento, todas las piezas encajaron. Bien dicen que en esta vida nada es casual sino causal, así me puse en marcha y organicé este proyecto que me encanta porque reúne todas las cosas que me apasionan.

#2412 es una crónica sobre un proyecto de emprendimiento, desde la óptica de un niño de 7 años y esta semana, tenemos nuestra primera reunión de trabajo, que será con una profesional increíble a quien admiro y respeto profundamente.

Gracias Ana María Pittaluga, por querer formar parte de esto y regalarnos un poquito de tu tiempo y experiencia.